Mis inicios

Hace muchos años que comencé a necesitar escribir.

Era mi válvula de escape, mi encuentro conmigo misma en mi propio espacio, mi sanación y mi liberación.

Fueron muchos los obstáculos —y aún hoy siguen existiendo—, pero los enfrento con gusto, pues es el precio que debo pagar por mi felicidad.

Y una vez que di rienda suelta a mi imaginación llegaron a mí miles de historias que reclamaban forma escrita. Casi al mismo tiempo terminé dos novelas, aún no había descubierto la poesía, pero cuando la hice mía se volvió como el aire que respiro; diaria, constante, catártica…

La isla violeta fue mi primera novela, la responsable de darme cuenta de que podía pasear, tímidamente, de puntillas, por ese camino que vislumbraba tan lejos, tan difuminado, pero tan deseado a la vez.

Necesaria poesía
Para hacerse oír, no hace falta gritar
es más fuerte el verso en su sutileza,
que el grito para desvelar realidades.

Poemas, tankas, haikus y otros cuentos